¿Por qué el dinero no es un incentivo para una sociedad mejor?

Una de las asunciones más extendidas sobre el mundo en el que vivimos, es que el dinero sirve como incentivo para que la gente haga tareas que de otra manera no haría. Es más, muchas personas presuponen que sin el estímulo monetario la mayor parte de gente se quedaría en el sofá viendo el fútbol, tomando cerveza, rascándose los huevos, sin aportar nada a la economía ni al estado.

Dejando de lado el tema de que la vida ofrece una enorme cantidad de opciones como para quedarse en casa en el sofá, algo que hacen muchos parados que se quedan meses sin saber qué hacer con sus vidas, el dinero se ha demostrado, desde hace muchos años, que no supone un incentivo para el ser humano, tal como si funcionara como un condicionamiento operante. Cierto es que los seres humanos somos animales, y no dejamos de actuar como una forma evolucionada de los mismos. Entonces, ¿cómo es que no funciona? ¿No parecería lógico que fuera así? Le dices a alguien “haz esto”, y cuando lo realiza le das 100 euros. Dicha persona podrá comprarse lo que quiera con esos 100 euros, y estará más dispuesta a hacer la misma tarea u otra que le pidas, a cambio de la misma o más cantidad de dinero.

Lo cierto es que no funciona exactamente así, como se puede ver en esta interesante charla de TED Talks, Dan Pink en la sorprendente ciencia de la motivación. Recomiendo verla antes de seguir con el artículo, para apreciar los detalles. También recomiendo esta animación de RSA, que explica lo mismo en un lenguaje más claro y sencillo, como complemento. Ciertamente, se ve que el dinero sólo funciona como incentivo en un cierto tipo de tareas, las que implican repetitividad; o esfuerzo puramente mecánico, físico. Un reponedor, un cajero, una cadena de montaje, un administrativo introduciendo números todo el día, un pintor dando brochazos en las paredes de casa en casa, un ingeniero manteniendo diariamente las mismas máquinas…; en estos trabajos, cuanto más pagues, con mejor desempeño harán su tarea. Quizás se
desanimarán menos, o lo harán más rápido, o estarán más pendientes de no cometer errores.

¿Qué problemas supone este método en este tipo de trabajos cuando lo vemos en el día a día? Hay muchas razones. El miedo a quedarte en el paro, hace que aceptes cada vez un incentivo monetario menor, pero al mismo tiempo dicho menor incentivo hace que hagas peor la tarea. Esto supone mayor número de despidos por falta de productividad, mayor necesidad de rotación de empleos por estrés, mayor gasto público por el paro, menor satisfacción por el trabajo bien hecho, etc… Un sinfín de problemas que cualquiera que lo examine en profundidad se puede imaginar.

Pero, ¿qué pasa cuando el trabajo requiere destreza mental, más allá de la repetitividad y la mecanicidad? Que a mayor incentivo monetario, ¡peor se hace la tarea! ¿Cómo es esto posible? ¿No debería ser, aunque sea, el mismo o similar desempeño en todo caso? La cuestión es que no es así. Como explican en la charla, una buena razón es que las recompensas que usan condicionamiento operante estrechan nuestro rango de pensamiento a la hora de realizar las tareas. Por ejemplo, si a ti te ofrecen 1000 euros por escribir un artículo en un periódico sobre determinado tema, te vas a ceñir estrictamente al mismo, no sea que vayas a perder tan significativa cantidad de dinero, pero si no te ofrecen nada, o una cantidad simbólica (1-5 euros), posiblemente te motives para investigar temas relacionados para embellecer o mejorar el artículo, por placer personal o por dar una mejor imagen al público que realmente va a leerlo (no al pagador). Ciertamente, en estas situaciones se estimula el pensamiento lateral por uno
mismo, no por el incentivo monetario. Incluso con tareas mecánicas y repetitivas, como introducir una larga serie de datos en el ordenador, algo que te llevaría una determinada cantidad de tiempo, te limitas a cumplirlo, contento de recibir tan alta cantidad de dinero por tan poco esfuerzo. Sin embargo, si te ofrecen nada o una cantidad simbólica, posiblemente pienses “quizás me lleve menos tiempo si hago esto…“, o “con este otro programa se puede automatizar y así me puedo ir antes“. ¡Una tarea mecánica se convierte automáticamente, sin estímulo monetario, en una tarea que emplea destreza mental para maximizar la productividad!

Esto no es algo arbitrario, ni aplicable sólo a determinadas situaciones. Es algo que ha sido demostrado científicamente en cualquier época, en cualquier lugar del mundo, y con un amplio rango de tareas, que requieran cualquier tipo de destreza mental, creatividad o concentración.

¿Cómo entonces, conseguir que la gente se estimule para realizar las tareas mejor, para alcanzar una máxima productividad, un máximo beneficio personal y social, una mayor felicidad en el desempeño?

¡Quitando el dinero de la ecuación! Dejando de tratar a las personas como simples ratas de laboratorio sin creatividad, y dejando de usar el condicionamiento con ellas. Porque una persona condicionada no es libre.

Obviamente esto deja pie a más preguntas de las que resuelve: ¿Qué hacemos entonces para que la gente trabaje? ¿De qué vamos a comer sin dinero? ¿Cómo puede, entonces, la sociedad y la economía, funcionar? Hay una alternativa a este sistema, la economía basada en recursos, pero esto requiere una mucho más larga exposición, por lo que iré hablando de ella posteriormente, y poco a poco, a medida que vaya abordando muchos más aspectos de la sociedad.

Cierro este artículo con un vídeo de Jacque Fresco, corto pero revelador, de cómo ganar dinero no es casi nunca el resultado de un mejor esfuerzo o desempeño social.

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¿Se está volviendo la gente más estúpida?

Es una pregunta recurrente que me viene de vez en cuando, al examinar la evolución de la sociedad reciente. Es cierto que en el pasado éramos más ignorantes, incultos y estúpidos que en la actualidad, pero realmente se está abriendo una brecha enorme entre la gente más inteligente e informada del planeta y la más estúpida e inculta. Esto es realmente lo que nos hace notar cierta estupidización o embrutecimiento de la sociedad, y no el hecho de que la gente esté retrocediendo respecto al pasado.

Hay que tener en cuenta que las ideas se van extendiendo entre la población y diluyéndose en las mentes a medida que lo hacen. Unas personas reciben la idea tal como es, otras la reciben alterada por el boca a boca, o por malas interpretaciones, y las van extendiendo a su vez, cada uno a su manera. Eso ha ocurrido siempre, y seguirá ocurriendo mientras no recibamos todos una educación integral y actualizada al mismo tiempo. Lo cual, sea dicho, en este tipo de sociedad actual es poco menos que imposible. Así que esta brecha es lógica, dado que no todos tenemos el mismo acceso a la información, ni de la misma calidad, ni del mismo modo.

Pero, ¿se puede decir realmente que la sociedad se está estupidizando? ¿Es deliberado, por parte de los medios de comunicación, empresas y gobiernos? ¿Cuáles son sus efectos reales en la evolución y desarrollo de la sociedad? Estas son más bien las preguntas que trato de responder, ya que me doy cuenta de que realmente es así, nos estamos volviendo más estúpidos, hasta cierto punto incluso los que tienen el poder y la información en sus manos.

Si vemos la forma de funcionar de nuestra sociedad actual, que tras la revolución industrial trajo consigo la automatización de muchas tareas que antes eran realizadas, creativamente o no, por humanos, nos damos cuenta de que las empresas cada vez más contratan a personas para manejar dichas máquinas, en vez de contratarlas para realizar directamente las tareas. Un ejemplo claro es el cajero del supermercado, que realiza lo que las máquinas no pueden: pasar los irregulares objetos de la compra por el lector de código de barras. El ordenador lo hace todo: identificar el producto, asignar el precio y calcular el total, aplicar los descuentos, comunicarse con el banco en el caso de que se pague con tarjeta de crédito, indicar la vuelta en el caso de que se pague en moneda física, etc… El cajero se limita a pasar los productos, introducir la cantidad de dinero físico que el cliente le entrega, e interaccionar con éste en el caso de que surja cualquier problema que no se pueda analizar automáticamente.
Como podemos ver, el rango de conocimientos que se requiere para un cajero de supermercado es bien limitado: mover ágilmente el brazo, contar monedas y saber comunicarse con el cliente. ¿Para qué vas a pagar por más? No necesitas un ingeniero, ni un informático, aunque esté manejando un ordenador bastante complejo. Ni tampoco necesitas alguien que conozca todos y cada uno de los productos que se venden ahí, puesto que ya los identifica la máquina. Antiguamente los que tenían una tienda solían conocer prácticamente todos los aspectos del producto a vender, ya que los mismos no venían con el libro de instrucciones que hoy llamamos etiquetado. Este etiquetado se impuso por ley en la mayor parte de países del mundo por la necesidad de informar al cliente de qué es lo que está comprando, ya que los vendedores cada vez tenían menos idea de qué es lo que venden. Ciertamente no conviene, puesto que formar a un cajero sobre todos los productos de un supermercado es algo que requeriría probablemente años, y no es
rentable ni lógico si lo que pretendes es obtener el máximo beneficio. No sólo porque el conocimiento requiere tiempo, sino porque se paga. Una persona formada (en la mayor parte de países, al menos), se paga más cara que una sin formar. Un estudiante en pleno periodo de formación sale mucho más barato, porque probablemente no tiene tantos gastos como un adulto con familia que mantener, y ni siquiera necesitas que esté estudiando algo en concreto, ya que mover el brazo y calcular monedas es algo que sabe hacer cualquiera.

Este ejemplo es aplicable a gran cantidad de trabajos que conocemos todos hoy en día: teleoperador (una formación mínima, un manual de actuaciones, ofertas y respuestas estándar suele ser suficiente), reponedor (basta con saber dónde hay que colocar cada tipo de productos, como mucho actualizándose cada semana o cada mes, algo que se suele hacer para cambiar artificialmente los recorridos de los clientes), cadenas de montaje (en cada sector de la cadena hay una alta especialización, lo cual requiere una formación mínima), auxiliares administrativos (una vez que aprendes a gestionar el tipo de facturas o de información que te corresponde administrar, puedes realizar esa misma tarea durante años sin apenas modificaciones), etc…

Cuando una persona no necesita grandes conocimientos para ganarse la vida, tener un trabajo y un sueldo que te permita vivir, normalmente no se esfuerza en ampliar sus conocimientos sobre el mundo más que por los intereses particulares de cada uno. En resumen, si no te ayuda a sobrevivir, no te motiva necesariamente a esforzarte en ello.

¿Qué más consecuencias se ven en las empresas, por ejemplo? Cuando los departamentos dentro de cada una se van especializando, se va formando un caos entre ellas, donde ninguno entiende a los demás departamentos, y cada vez hay menos comunicación y entendimiento. ¿Cómo un informático le puede explicar a un administrativo cómo manejar su ordenador para evitar que se averíe constantemente, se llene de virus, decirle cómo discriminar entre un buen y un mal funcionamiento, o cómo manejar cada uno de los muchos dispositivos que se pueden conectar, sin tener que darle las mismas clases que dio cuando hizo la carrera de ingeniería informática, a cada uno de los administrativos de la empresa? Puesto que la misma no invierte demasiado en formarlos, porque cuesta dinero, tiempo y recursos, al final el informático acaba teniendo que ir constantemente a arreglar el mismo tipo de problemas. Un trabajo que debería ser creativo y estimulante se convierte en un empleo agotador, repetitivo, cansino, que embrutece tanto a
unos como a otros.

¿Y el cliente? Éste se tiene que conformar con el etiquetado o el libro de instrucciones que marque la ley; muchas veces escrito por personas que no necesariamente tienen el conocimiento necesario, ya que muchas partes se automatizan o se traducen desde otros idiomas, perdiendo muchos matices importantes que un traductor que desconozca el funcionamiento del aparato cuyas instrucciones traduce, no llega a aclarar. Al cliente se lo dan todo hecho a la manera que marque la legislación, que también tiene el problema de que la misma no está redactada necesariamente por expertos, sino por políticos y abogados, o especialistas subcontratados. Además, cuando surge algún problema imprevisto es el propio cliente el que suele tener que buscarse las soluciones, o buscar el teléfono o e-mail correcto, o marearse de departamento en departamento hasta hallar el correcto o alguien que sepa sobre el tema en particular (todos tenemos experiencias al respecto).

Un efecto más lo vemos en la introducción de la democracia. Aunque ésta tenga sus puntos buenos, actualmente es sólo un engaño que hace creer a las personas que tienen decisión sobre los aspectos de su vida, reflejando sus ideas en forma de partidos o representantes políticos, en vez de hacerlos pensar por sí mismos. Al final el acto de meter un sobre con un papel dentro cada cuatro años (para lo cual hay todo tipo de guías y facilidades) es lo único que tenemos que saber para gobernar un país. Ciertamente la “soberanía reside en el pueblo” queda muy fuera de lugar cuando se examina desde esta perspectiva.

La educación, por otra parte, como bien explican mejor que yo tanto Noam Chomsky como Ken Robinson, no sólo está diseñada en una época y contexto diferentes (la revolución industrial), sino que además deliberadamente por parte de nuestros gobiernos se hace para tratar de adiestrar a las personas directamente para un sistema competitivo de mercado, para crear trabajadores, y no gente informada. Recomiendo ambos discursos con vehemencia:


Como sabemos, antiguamente la gente era muy ignorante, pero la mayor parte de las personas entendía más o menos lo que hacía, y hasta cierto punto, informarse era vital para la supervivencia. Hoy en día ya no es tan vital, a pesar de que vivimos en la era de la información, lo que hace que la brecha entre los más informados y los menos, sea cada vez más grande. Por tanto, los que nos encontramos en la parte alta apreciamos cada día un embrutecimiento de la sociedad más y más grande. Esta falta de comunicación y entendimiento provoca gran parte de los problemas que tenemos en la sociedad actual, y resulta muy difícil solucionarlos sin un rediseño en profundidad no sólo de la educación y sus métodos, sino de la sociedad en sí.

Pero hay una esperanza. La sociedad evoluciona ideológicamente de la misma forma que evolucionan los seres vivos y el ADN. La gente se adapta a un nicho determinado, y si sobrevive, seguirá reproduciéndose y perpetuando sus ideas y sus genes. Si la gente no se adapta a una sociedad cada vez más cambiante, por culpa de la excesiva especialización, ante cualquier catástrofe o cambio radical tendrá menos tolerancia y probablemente se extinguirá. Esperemos que la extinción de ideas erróneas y falsas no conlleve también la extinción de los portadores de dichas ideas, y que de verdad la gente pueda abrir los ojos y evolucionar mentalmente a un pensamiento crítico sin morir en el proceso.

Adición: Efectivamente, nos estamos volviendo más estúpidos por haber llegado al pico máximo de sostenibilidad del sistema económico competitivo-capitalista. Aquí una buena explicación (sobre todo a partir de la segunda mitad del vídeo).