¿Se está volviendo la gente más estúpida?

Es una pregunta recurrente que me viene de vez en cuando, al examinar la evolución de la sociedad reciente. Es cierto que en el pasado éramos más ignorantes, incultos y estúpidos que en la actualidad, pero realmente se está abriendo una brecha enorme entre la gente más inteligente e informada del planeta y la más estúpida e inculta. Esto es realmente lo que nos hace notar cierta estupidización o embrutecimiento de la sociedad, y no el hecho de que la gente esté retrocediendo respecto al pasado.

Hay que tener en cuenta que las ideas se van extendiendo entre la población y diluyéndose en las mentes a medida que lo hacen. Unas personas reciben la idea tal como es, otras la reciben alterada por el boca a boca, o por malas interpretaciones, y las van extendiendo a su vez, cada uno a su manera. Eso ha ocurrido siempre, y seguirá ocurriendo mientras no recibamos todos una educación integral y actualizada al mismo tiempo. Lo cual, sea dicho, en este tipo de sociedad actual es poco menos que imposible. Así que esta brecha es lógica, dado que no todos tenemos el mismo acceso a la información, ni de la misma calidad, ni del mismo modo.

Pero, ¿se puede decir realmente que la sociedad se está estupidizando? ¿Es deliberado, por parte de los medios de comunicación, empresas y gobiernos? ¿Cuáles son sus efectos reales en la evolución y desarrollo de la sociedad? Estas son más bien las preguntas que trato de responder, ya que me doy cuenta de que realmente es así, nos estamos volviendo más estúpidos, hasta cierto punto incluso los que tienen el poder y la información en sus manos.

Si vemos la forma de funcionar de nuestra sociedad actual, que tras la revolución industrial trajo consigo la automatización de muchas tareas que antes eran realizadas, creativamente o no, por humanos, nos damos cuenta de que las empresas cada vez más contratan a personas para manejar dichas máquinas, en vez de contratarlas para realizar directamente las tareas. Un ejemplo claro es el cajero del supermercado, que realiza lo que las máquinas no pueden: pasar los irregulares objetos de la compra por el lector de código de barras. El ordenador lo hace todo: identificar el producto, asignar el precio y calcular el total, aplicar los descuentos, comunicarse con el banco en el caso de que se pague con tarjeta de crédito, indicar la vuelta en el caso de que se pague en moneda física, etc… El cajero se limita a pasar los productos, introducir la cantidad de dinero físico que el cliente le entrega, e interaccionar con éste en el caso de que surja cualquier problema que no se pueda analizar automáticamente.
Como podemos ver, el rango de conocimientos que se requiere para un cajero de supermercado es bien limitado: mover ágilmente el brazo, contar monedas y saber comunicarse con el cliente. ¿Para qué vas a pagar por más? No necesitas un ingeniero, ni un informático, aunque esté manejando un ordenador bastante complejo. Ni tampoco necesitas alguien que conozca todos y cada uno de los productos que se venden ahí, puesto que ya los identifica la máquina. Antiguamente los que tenían una tienda solían conocer prácticamente todos los aspectos del producto a vender, ya que los mismos no venían con el libro de instrucciones que hoy llamamos etiquetado. Este etiquetado se impuso por ley en la mayor parte de países del mundo por la necesidad de informar al cliente de qué es lo que está comprando, ya que los vendedores cada vez tenían menos idea de qué es lo que venden. Ciertamente no conviene, puesto que formar a un cajero sobre todos los productos de un supermercado es algo que requeriría probablemente años, y no es
rentable ni lógico si lo que pretendes es obtener el máximo beneficio. No sólo porque el conocimiento requiere tiempo, sino porque se paga. Una persona formada (en la mayor parte de países, al menos), se paga más cara que una sin formar. Un estudiante en pleno periodo de formación sale mucho más barato, porque probablemente no tiene tantos gastos como un adulto con familia que mantener, y ni siquiera necesitas que esté estudiando algo en concreto, ya que mover el brazo y calcular monedas es algo que sabe hacer cualquiera.

Este ejemplo es aplicable a gran cantidad de trabajos que conocemos todos hoy en día: teleoperador (una formación mínima, un manual de actuaciones, ofertas y respuestas estándar suele ser suficiente), reponedor (basta con saber dónde hay que colocar cada tipo de productos, como mucho actualizándose cada semana o cada mes, algo que se suele hacer para cambiar artificialmente los recorridos de los clientes), cadenas de montaje (en cada sector de la cadena hay una alta especialización, lo cual requiere una formación mínima), auxiliares administrativos (una vez que aprendes a gestionar el tipo de facturas o de información que te corresponde administrar, puedes realizar esa misma tarea durante años sin apenas modificaciones), etc…

Cuando una persona no necesita grandes conocimientos para ganarse la vida, tener un trabajo y un sueldo que te permita vivir, normalmente no se esfuerza en ampliar sus conocimientos sobre el mundo más que por los intereses particulares de cada uno. En resumen, si no te ayuda a sobrevivir, no te motiva necesariamente a esforzarte en ello.

¿Qué más consecuencias se ven en las empresas, por ejemplo? Cuando los departamentos dentro de cada una se van especializando, se va formando un caos entre ellas, donde ninguno entiende a los demás departamentos, y cada vez hay menos comunicación y entendimiento. ¿Cómo un informático le puede explicar a un administrativo cómo manejar su ordenador para evitar que se averíe constantemente, se llene de virus, decirle cómo discriminar entre un buen y un mal funcionamiento, o cómo manejar cada uno de los muchos dispositivos que se pueden conectar, sin tener que darle las mismas clases que dio cuando hizo la carrera de ingeniería informática, a cada uno de los administrativos de la empresa? Puesto que la misma no invierte demasiado en formarlos, porque cuesta dinero, tiempo y recursos, al final el informático acaba teniendo que ir constantemente a arreglar el mismo tipo de problemas. Un trabajo que debería ser creativo y estimulante se convierte en un empleo agotador, repetitivo, cansino, que embrutece tanto a
unos como a otros.

¿Y el cliente? Éste se tiene que conformar con el etiquetado o el libro de instrucciones que marque la ley; muchas veces escrito por personas que no necesariamente tienen el conocimiento necesario, ya que muchas partes se automatizan o se traducen desde otros idiomas, perdiendo muchos matices importantes que un traductor que desconozca el funcionamiento del aparato cuyas instrucciones traduce, no llega a aclarar. Al cliente se lo dan todo hecho a la manera que marque la legislación, que también tiene el problema de que la misma no está redactada necesariamente por expertos, sino por políticos y abogados, o especialistas subcontratados. Además, cuando surge algún problema imprevisto es el propio cliente el que suele tener que buscarse las soluciones, o buscar el teléfono o e-mail correcto, o marearse de departamento en departamento hasta hallar el correcto o alguien que sepa sobre el tema en particular (todos tenemos experiencias al respecto).

Un efecto más lo vemos en la introducción de la democracia. Aunque ésta tenga sus puntos buenos, actualmente es sólo un engaño que hace creer a las personas que tienen decisión sobre los aspectos de su vida, reflejando sus ideas en forma de partidos o representantes políticos, en vez de hacerlos pensar por sí mismos. Al final el acto de meter un sobre con un papel dentro cada cuatro años (para lo cual hay todo tipo de guías y facilidades) es lo único que tenemos que saber para gobernar un país. Ciertamente la “soberanía reside en el pueblo” queda muy fuera de lugar cuando se examina desde esta perspectiva.

La educación, por otra parte, como bien explican mejor que yo tanto Noam Chomsky como Ken Robinson, no sólo está diseñada en una época y contexto diferentes (la revolución industrial), sino que además deliberadamente por parte de nuestros gobiernos se hace para tratar de adiestrar a las personas directamente para un sistema competitivo de mercado, para crear trabajadores, y no gente informada. Recomiendo ambos discursos con vehemencia:


Como sabemos, antiguamente la gente era muy ignorante, pero la mayor parte de las personas entendía más o menos lo que hacía, y hasta cierto punto, informarse era vital para la supervivencia. Hoy en día ya no es tan vital, a pesar de que vivimos en la era de la información, lo que hace que la brecha entre los más informados y los menos, sea cada vez más grande. Por tanto, los que nos encontramos en la parte alta apreciamos cada día un embrutecimiento de la sociedad más y más grande. Esta falta de comunicación y entendimiento provoca gran parte de los problemas que tenemos en la sociedad actual, y resulta muy difícil solucionarlos sin un rediseño en profundidad no sólo de la educación y sus métodos, sino de la sociedad en sí.

Pero hay una esperanza. La sociedad evoluciona ideológicamente de la misma forma que evolucionan los seres vivos y el ADN. La gente se adapta a un nicho determinado, y si sobrevive, seguirá reproduciéndose y perpetuando sus ideas y sus genes. Si la gente no se adapta a una sociedad cada vez más cambiante, por culpa de la excesiva especialización, ante cualquier catástrofe o cambio radical tendrá menos tolerancia y probablemente se extinguirá. Esperemos que la extinción de ideas erróneas y falsas no conlleve también la extinción de los portadores de dichas ideas, y que de verdad la gente pueda abrir los ojos y evolucionar mentalmente a un pensamiento crítico sin morir en el proceso.

Adición: Efectivamente, nos estamos volviendo más estúpidos por haber llegado al pico máximo de sostenibilidad del sistema económico competitivo-capitalista. Aquí una buena explicación (sobre todo a partir de la segunda mitad del vídeo).